martes, 15 de abril de 2014

espero que esta banca, en donde seguro, apareces te guste

La importancia de Ernesto
A mí no me gusta la palabra tolerancia me refiere a la idea de soportar y yo no me soporto, me respeto, me asumo como persona y como persona sólo puedo serlo con las personas sin ellas, las personas tengo claro que me consumo a mi misma por más que me guste la soledad premeditada.
Esto viene de tiempo atrás para muchas personas esta nota viene sobrando porque me saben (de sabor) gratas.
Cuando me preguntan mi origen étnico invariablemente pongo mestiza e invariablemente las instituciones me dicen no, es caucásica latina ¿Qué es esa clasificación? Racismo puro y sistemático. Y me niego a serlo por muchos años me avergoncé de mi color de piel por traer aparejados privilegios que me molestan mucho. Ahora reconciliada con mi piel y su color puedo decir soy mestiza. Si se conoce a mi familia, a la materna verán que no miento.
Otra clasificación dada desde el racismo y el clasismo: occidental y esa como cuesta quitársela, porque no la niego pero si la combato y esto no entraña una contradicción, más bien una toma de conciencia de la importancia de mi palabra (negada o en el mejor de los casos tratada como incivilizada) por un asunto de amor con la palabra reciprocidad y dialogo no permito que hablen en mi nombre. Y por un principio ético elemental, no negarme, no hablo por las demás personas y esto me ha costado la ausencia, dolorosa de mi hermano Ernesto Espejel III con quien me une de manera cotidiana un lazo plateado de polvo de estrellas que ni la muerte ha vencido.
Ernesto, ni manito Neto, es un defensor de los derechos humanos de las personas con infecciones de transmisión sexual, es un hombre gay asumido en plenitud que decidió no hacerse la prueba de detección de VIH y nadie de su familia, la real la que lo conocía y aceptaba lo obligo a realizar dicha prueba. Lo que a mí me duele es que su decisión fue tomada desde la negación y la imposición de quien se decía y dice con el derecho sobre su cuerpo, incluso ya transformado en cenizas. Eso es lo que me molesta y mucho y me entristece hasta casi no moverme, tarde mucho en hacer este escrito dado el dolor que me provoca, pero desde hace tiempo vengo reflexionando sobre hablar por alguien más y me molesta cuando alguien se asume como protagonista de una historia que no es suya. Eso lo aprendí de un amigo que compartía cama y discurso con mi manito Neto y que me presento a mí manito Neto más o menos a mediados de la década de los ochenta. Cuando me dijo que el resultado de su prueba de Elisa arrojó como resultado: cero positivo y que se negaba a recibir cualquier tratamiento. Estalle furiosa y busque ayuda, una amiga sabia me dijo que era su enfermedad no la mía, pero a los 19 años eso te cuesta digerirlo. Le dije tú te niegas a recibir tratamiento yo me niego a cuidar de ti. Busque más ayuda y busque un hombre con autoridad social y para mi asombro (yo buscaba argumentos para obligar y hablar en nombre de) me dijo lo mismo que mi amiga. No acepte y contra argumente. La respuesta fue contundente. A ti no te gusta que te digan qué hacer con tu vida ¿Por qué quieres hacerlo con la vida de los demás? Ante semejante ejemplo que vive que vibra en mi cuerpo no entendí pero sentí.
Hoy conozco a mas de dos mujeres que están en situaciones de alto riesgo desde afuera se ve, ellas no lo ven (violencia) dadas las herramientas no puedo más que acompañar y recordar que aun cuando sea muy doloroso no está en mi sentir hablar por ellas y si ellas quieren hablar de sus procesos y quieren salir como ellas decidan salir tienen en mi a una amiga y una buscadora con practica en los laberintos del sistema judicial y otras maneras, pero no hablando en su nombre.
No porque sería negarme a mí como persona y convertirme en un ser imposible de existir, un ser sin darle la debida importancia a mí relato y a Ernesto.
Leticia Priani García (a) Agua en Movimiento
Agua en Movimiento (a) Leticia Priani Garcia
Agua en movimiento

No hay comentarios: