Dado
lo importante, para mí, de esta banca y su extensión te sugiero que
tengas a mano por lo menos tres cosas: tu sombra, tu bebida y tu
espejo.
Etiquetas
Este
escrito nació de una petición muy precisa: ¿Qué es ser (rellenar
el espacio en blanco con cualquiera de las formas que tu pienses que
te hace diferente) ______?
Siendo
honesta, no sé bien a bien como he logrado ese grado de confianza
entre las mujeres, asumo que siendo como soy. Yo no tengo la Razón,
pero si razones que quiero compartir a esos lentes, todos negros, que
son las pupilas que se pasean plácidamente por mis letras y la
pretensión es conmover no convencer. Para mi conmover es moverme con
alguien, dejarle saber que estoy y soy con todo lo que encierran esas
maravillosas palabras.
También,
para mí la compasión es acompañar en la pasión que pueda
inspirarme una o varias preguntas realizadas de maneras diferentes y
en diferentes tiempos que me mueven, me invitan a mirar las cosas de
otra manera.
Por
eso soy clara desde ahora quiero encender tu pasión.
TIEMPOS
Hay
edad para todo ciertamente, pero me queda claro que si una mujer se
asume diferente de manera consciente, por la razón que sea, entre
más temprano lo haga en la vida, su vida será mucho más placentera
y rica en el más amplio sentido. Es por esta pregunta y la cantidad
de veces que se me ha hecho desde hace algunos años que he decidido
contestar desde mi cuerpo, desde mi escritura. Desde mis pasiones y
desde mis preguntas.
La
importancia del nombrar
Las
palabras que se utilizan para nombrar a las cosas, desde mi
gramática, son sustancias mágicas o sustantivas. No podemos
comunicarnos si no apreciamos lo sustancioso de nombrar. De decir las
cosas como las percibimos sean agradables para los demás o no.
Tenemos, porque lo hemos conquistado durante largas luchas, el
derecho humano a decir lo que percibimos y nombrarnos como participes
de la historia y protagonistas de nuestras vidas.
Las
preguntas
Me
entusiasman las preguntas todas. Me entusiasma la curiosidad. Para mí
no hay divisiones en los saberes y me encanta preguntar y
preguntarme. Las preguntas tienen, para mí, una función vital: no
dar por sentado nada, entender, ó intentar entender el mundo, las
conductas, lo que observo, lo que siento y lo que se me dice,
aprender, aclarar, descubrir y entablar un dialogo con el objeto de
evitar malos entendidos, tomar decisiones, actuar en consecuencia.
Evidente valoro mucho las respuestas y los comentarios.
Para
mi es vital el reconocimiento de mi labor. Es muy agotador y
desgastante esa forma de violencia en donde no se reconoce la labor
de las personas. Si estas con personas que no reconocen tu labor no
lo pienses: muévete. Si estas en una situación donde no se
reconocen tus preguntas, tu voz, tus emociones: cambia, únete a
otras personas (somos muchas) que luchan por el cambio y donde tus
preguntas, tu voz es reconocida.
La
política
Según
la obra del mismo nombre somos animales sociales, y yo me asumo
animal social, siempre me he asumido así. No soy diosa ni idiota.
Para mi cotidianidad es indispensable el hacer por mis sueños, hacer
por el lugar donde habito, planeta tierra, un lugar hospitalario, sé
que no estoy sola en la tarea, es imposible realizarla sola y en
soledad por lo que apreció mucho a las personas que luchan por sus
sueños.
También
se del agotamiento y del agobio, de la imperiosa necesidad de ser y
hacer política desde mi cuerpo. Por eso descanso cuando lo necesito.
Me envuelvo y me acurruco con mis amistades. Que para mí son
estrellas.
Animal
Generalmente
cuando alguien pretende insultar a otra persona utiliza a seres
vivos. Honestamente sólo conozco a una mujer, que por cierto es
monja, que cuando está muy enojada dice “pareces piedra”. Y eso
sí que me parece un insulto. Ser burra para mí implica ser noble,
tenaz y no fácil de convencer, no soy toro castrado así que cuando
alguien me dice buey, contesto: Vaca por favor. Si soy nacida bajo
el signo de tau rus, pero no soy toro ni tora, soy vaca, con una
paciencia finita, una piel blanca y manchada, necia, generosa y que
se niega a que le cuelguen cualquier tipo de cencerro. Cuando alguien
me dice zorra, me halaga. Esta reconociendo que soy perspicaz, cuando
me dicen perra bueno, soy feliz. Me dicen que soy noble y entregada a
mis pasiones: mi trabajo y mis amistades. Cuando me dicen gata, me
siento sensual, independiente y sigilosa. Quienes me conocen a
profundidad me llaman Yety por ser una gran mujer de las nieves desde
niña.
Cuando
alguien me dice ante puso a los animales antes que a las mujeres,
invariable mi respuesta: yo mamífera, no soy hongo, ni planta, ni
virus, ni bacteria, ni insecto ni mineral soy felizmente mamífera.
Sé
que ahora hay un gran revuelo por reivindicarse como mamífera, para
mí es un tanto divertido porque no sabía que el ser mamífera con
todo lo que implica fuera algo que no se celebrara. Mi bisabuela le
hizo a mi abuela una fiesta cuando completo su primer ciclo como
mujer y menstruo, puede atribuirse a que de 16 partos sólo tuvo 8
criaturas vivas de las cuales 2 fueron mujeres y mi abuela era la
menor o que era época de plena revolución. El caso es que no sé si
se remonte a más atrás en mi familia materna, pero adelante sí que
se celebra: a mi madre a mi prima-hermana y a mí nos toco gran
celebración en nuestra primera menstruación, mi sobrina mayor no
quiso y su deseo fue respetado. Espero que mis sobrinas nietas
celebren siempre ser mujeres.
Cotidiano
es saber que la tarea es hacer la tarea
Para
mí es un ejercicio de honestidad constante saber quién soy, donde
me coloco, desde donde miro. De ser una “victima” a ser
protagonista de mi propia búsqueda. Considero que las personas que
realizan estas acciones: la de buscarse y quitarse las etiquetas que
otras personas nos colocan y que nos violentan por ser distintas son
verdaderos actos de valentía. Para acomodarse en el discurso hay más
excusas que estrellas en el universo visible. Por tanto si eres de
las personas que se busca y no acepta las etiquetas peyorativas estoy
segura de dos cosas: eres una persona honesta y eres una persona
valiente.
Por
eso y porque muchas personas lo hacemos de manera cotidiana te invito
a que reconozcas a otras personas que antes que tu y después de ti
continuaran esta tarea que inicia de adentro a fuera y que dan su
vida por ello ¿Y por qué tanta radicalidad? Porque una vez que te
aceptas como una persona distinta y valiosa sé de cierto que has
pasado por diferentes batallas y has continuado y sabes que aún
cuando parezca que no puedes más continuas y sigues adelante.
Una
vez probada la belleza, la propia, una persona no puede sino
continuar siendo honesta consigo misma y de repente descubre que es
alguien aceptada, valorada y querida. Por otras que son en ese
aspecto son como ella.
Jamás,
Jamás aceptes una excusa para dejar de buscarte te aseguro que vale
la pena ser honesta con una misma, así te tachen de enferma,
criminal, puta, de loca, de lo que puedes estar segura es que si te
engañas pensando que es mejor cualquier excusa que ser tu misma
estas matando a la persona y quedara sólo una máscara vacía y
estarás metida en muchos líos y te lastimaras más de lo imaginas
que te puedes lastimar si no te aceptas.
Puede
ser un trabajo duro, no te voy a engañar, la cultura en donde nos
movemos las dos, tú que me lees y yo. Celebra con grandes fiestas la
violencia, los embustes, las trampas y a quienes siguen sin
cuestionar más allá de sus collares de plásticos rotos. Y no lo
digo sola te cito un libro que a mí me ha ayudado mucho1
“No nos engañemos, cuando una mujer e esfuerza por intervenir y
luchar contra su propio demonio cualquiera que éste sea, su esfuerzo
es una de las batallas más dignas que se pueden emprender tanto
desde el punto de vista arquetípico como desde la perspectiva de la
realidad consensual. Aunque la mujer pudiera llegar como en el cuento
hasta el fondo del mayor de los abismos por medio del hambre, la
captura, el instinto herido, las elecciones destructivas y todo lo
demás, el fondo es el lugar que alberga las raíces de la psique.
Allí están los apuntalamientos salvajes de la mujer. El fondo es el
mejor terreno para sembrar y volver a cultivar algo nuevo. En este
sentido, alcanzar el fondo, aunque sea extremadamente doloroso, es
también llegar al terreno de cultivo.”
No
te voy a engañar hay quien se dice honesta y aceptada por ella
misma, sin conflictos de identidad ni de ideología y se dedica a
criticar lo que, de acuerdo a su discurso, tu malinterpretas,
exageras, que es una lástima que te sientas así o que es cuestión
de opiniones y me permito citar:”
Se
lo puede llamar como se quiera, pero el hecho de vivir una existencia
secreta porque a la verdadera no se le da espacio suficiente para
prosperar es muy duro para la vitalidad de las mujeres. Las mujeres
capturadas y muertas de hambre roban toda suerte de cosas: roban
libros y músicas censuradas, roban amistades, sensaciones sexuales,
afiliaciones religiosas. Roban pensamientos furtivos, sueños de
revolución. Roban tiempo de sus parejas y sus familias. Roban un
tesoro y lo introducen subrepticiamente en su casa. Roban el tiempo
de escribir, el tiempo de pensar y el tiempo del alma. Introducen
subrepticiamente un espíritu en la alcoba, un poema antes del
trabajo, roban un brinco o un abrazo cuando nadie mira.
Para
apartarse de este camino polarizado, la mujer tiene que abandonar el
fingimiento. Vivir una existencia falsificada del alma jamás da
resultado. Siempre estalla el neumático cuando una menos lo espera.
Entonces no hay más que tristeza a nuestro alrededor. Vale más
levantarse, permanecer de pie por muy sencillo que sea el estrado,
vivir al máximo y lo mejor que se pueda y dejar de robar
falsificaciones.”
Las
personas que fingen se caracterizan por criticar sin dar una
indicación o propuesta lo que en buena medida te constituye: tus
creencias, tus intereses, tus amores, tu manera de expresar tus
afectos, tu familia, todo lo que a ti te parece hacer sentido es
violentado con la única intención de destruirte. Así comienza la
violencia. Détente a pensar si realmente vale la pana compartir lo
que tú eres con quien ni se acepta, ni te acepta y que su única
respuesta es la violencia disfrazada de “cuidados” que minan tu
autoestima y autoconfianza.
Este
escrito se basa también en el principio budista de la escuela del
camino medio para cuestionar mi realidad y mi ser. Si ya has leído
hasta esta línea te invito a que continúes leyéndome.
Ante
la verdad convencional, la que percibimos a través de nuestros
sentidos ¿quién soy? Ante mis sueños, miedos, prejuicios,
esperanzas: ¿Quién soy?
No
cabe una sola palabra ¿o sí? Persona, pero qué es persona, una
máscara, un ropaje, o un ser mucho más complicado. Ser humano ya
son dos palabras que como moscas contra el cristal intentamos definir
desde hace ya mucho tiempo: ser y humano.
Como
si sólo hubiera un ser y una forma valida de ver lo humano.
Tendemos, por inducción cultural2
a pensar que lo humano nos hace seres con una particular belleza y un
poder único. Pero esta idea se cae cuando la confrontamos con
nuestras emociones. Especialmente las negativas. El dolor, el miedo y
la muerte, son elementos de la vida. Es cierto. Pero qué pasa cuando
lo sentimos hasta la medula. A quien provoca dolor, muerte o miedo lo
deshumanizamos en automático se vuelve no humano, anormal en el
mejor de los casos. Te tengo noticias: es tan humano como tú. Esto
no significa que sus actos sean justificados pero si entendidos.
(Entender no significa para mí estar de acuerdo con algo) Una vez
entendidos podemos desenredarlos y encontraremos con quien hacerlo,
eso es seguro.
También
es seguro que te sientas profundamente triste y herida como persona
honesta y valiente cuando ves una injusticia y no escuches voces que
acompañen tu decir. Sí me refiero a esa sensación que, en algunos
casos, te provoca nauseas y te lastima profundamente ver a una
persona tan lastimada, tan llena de amargura que decide quedarse
donde está aún cuando corra peligros que tu mires, que la persona
no quiere mirar y prefiera acomodarse y no hacer nada. Bueno he de
decirte que seguramente te encontraras con muchas personas que se
extraviaron en sus obsesiones o adicciones (a los malos tratos, a
relaciones destructivas, a los pensamientos negativos, y la lista
sigue) y trataran de persuadirte de que dejes de ser quien eres. Las
noticias son bastante alentadoras, estas personas no son la mayoría
de las que te rodeas (en caso de que sea así es hora de cambiar de
grupo) y de las realmente te aprecian.
Mis
etiquetas.
Soy
mujer por elección y es mi primera etiqueta y esto implica una serie
de textos y glosarios varios de cómo y por qué debo ser.
Ante
ellos me irrito y me rebelo mirando desde otra perspectiva u otra
verdad que entre varias mujeres me han dado y nace una rebeldía que
me rescata ante un discurso violento que me coloca en un lugar donde
definitivamente no me acomoda ni me alcanza. Tampoco quiero ocupar el
lugar de EL y ser igual. Pero tengo yo y todas las mujeres el derecho
a crecer y desarrollar mi tejido como me plazca, a que todo mi
cuerpo sea respetado en todo momento. Que mi palabra valga en todos
los momentos y lugares, que mi curiosidad y mis ganas de aprender
sean reconocidas y alimentadas desde donde yo lo decida y como yo lo
decida, que mis formas de amar y de cuidar sean compartidas,
respetadas y no sujetas a normas inamovibles, tengo y tenemos el
placer de caminar por donde nos plazca de manera segura y que mis
pasos y los de las otras mujeres resuenen acomodando de lo que
estamos hechas: de estrellas, de tierra y de agua. Y he aquí mi
primer intento de complicarme con quien me señala como extranjera en
mi propio espacio, quiero ser mujer consiente de ser mujer. Sé que
esta legítima aspiración la comparto con algunas mujeres y que
serán pocas las que aspiren a algo parecido y no habrá ninguna que
quiera ser mujer como yo quiero serlo. Pero para lograr esta, para mi
deseable, libertad no me basto sola. Ni tampoco lo estoy, en todo
caso la soledad es gran compañía e ingrediente indispensable para
mi ser mujer, pero estoy colocada en un espacio-tiempo no especifico
pero si especificable que transcurre frente a mis ojos y no me deja
indiferente. Y para mí la palabra es continente y contenido.
Lucho
por ella, por no tener que mostrar llagas de dolor cuando digo me
duele. Ni soy Cristo ni quiero a mí alrededor a santos Tomas
escépticos de manera constante. Sencillamente continuar bajo la
violencia cotidiana de no ser considerada persona me parece una
vivencia irracional e injusta.
Por
esas mujeres que saben y por las que lucho, no por un sentido de
mártir o de tirana, sencillamente por buscar aliadas, amigas,
transformadoras nace y es dada desde mi casa materna, y de aquí
segunda etiqueta soy feminista.
Tengo
la fortuna de venir de mujeres conscientes de ser mujeres y querer
transformar su mundo. En consecuencia fui educada o moldeada para
siempre cuestionar, plantearme más de una solución y mantener mi
curiosidad viva con una educación laica y sin prejuicios sobre la
sexualidad que asumí desde muy niña como algo natural y gozoso.
Otra etiqueta más, para buena parte de mi entorno ese asumir
informado me convertía en una mujer gozosa y apasionada antes de los
ocho años de edad.
Aceptada
como lesbiana tenía yo mi poster de Jacqueline Smith y mi caricatura
favorita era la princesa caballero como no podía ser de otra manera.
Con el paso del tiempo y después de pasar de ser manflora,
tortillera, marimacha me convertí convencida de que las decisiones
sobre mi cuerpo sólo me competen a mí y cómo y con quien desee
relacionarme de manera erótica es también un asunto comunitario me
puse hasta mochila de arco iris (símbolo entre otras cosas de la
diversidad sexual) por ello, más que por mi lesbianismo me quien
bien me quiere me enseño estrategias para no dejar de ser lesbiana
pública y cómo responder con información a la intransigencia. Y
digo intransigencia y no intolerancia, porque soy lesbiana no
lactosa, soy lesbiana no protector de sol. Soy mujer que ama a otras
mujeres muy diferentes entre ellas y muy diferentes de mí. Y amo ser
lesbiana porque para mí también implica ser y hacer desde la
rebeldía y desde “fuera” del discurso impuesto de ser una mujer
que debe temer a la cultura imperante so pena de una serie de
situaciones de exclusión y de discriminación que no son agradables
ni fáciles, pero por lo que a mí respecta vivir en la apariencia y
en un armario (o vestidor a según el “tamaño”) y es mucho peor,
es paralizante y potencialmente más peligroso para mi propia vida.
Es esta mi otra etiqueta. Soy Lesbiana y esto significa que bajo
ningún motivo que acepte las imposiciones de la “normalidad” y
eso me hace más rica la vida. No envidio a los hombres, no creo en
el matrimonio pero respeto a quien lo ve como una institución. La
vida se encarga de demostrar que hay más de una manera de amar y hay
más de un “único” amor.
Creo
profundamente en la amistad, en esos lazos que de manera cotidiana o
no, de compartir espacios de confianza y de dialogo, tengo amigos
hombres y mujeres que se asumen heterosexuales al igual que hombres
y mujeres gays o transvestis son importantes en mi vida y forman
parte de la misma y yo de la vida de ellos, me interesa su discurso y
absolutamente nadie tiene el derecho ni a descalificarme ni a
descalificarlos.
Mis
compañeros
Son
ellos cada uno distinto, a los que yo los hago participes de mis
decisiones y los consulto. Valoro mucho su parecer y su decir, su
hacer lo que tienen todos en común es que son rebeldes, provocadores
y que han batallado por conseguir su libertad. Me consideran su
amiga. Una amiga que los llama, los invoca y ellos acuden de
diferentes formas y sé que cuento con ellos, como ellos saben contar
conmigo. Por eso mi feminismo, mi lesbianismo no parte la exclusión
de los hombres sensibles, abiertos a la escucha y no violentos.
Conozco
sus batallas y aun desde la no coincidencia coincidimos en el poder
de la transformación, de la esperanza como fuente inagotable y en el
dialogo. Otra etiqueta soy amiga.
Estudie
Derecho y obtuve mi titulo de grado después de eternizarme con la
tesis que por cierto nada o muy poco tienen que ver con la vida
profesional que he realizado desde esa época. Durante mi servicio
social me redescubrí de izquierda ya que mientras sucedía aguas
blancas (matanza de personas de pueblos originarios en guerrero) y se
revelaba el ezln y el erp había que documentar violaciones graves y
continúas en la sierra huasteca veracruzana. Conocí y me
reconocieron otros mundos. Conocí la inutilidad de entregar un papel
donde se le decía a una mujer que su hijo había sido ejecutado y
era responsabilidad del estado mexicano. Nada que ella no supiera.
Sus ojos negros como carbones encendidos me abrazaron en una mirada
larga y de frente. Yo agache la cabeza, ella con sus manos llenas de
surcos de vida me levanto la barbilla y me dijo “sí de veras te
importa la muerte de mi hijo Nicolás, no te agaches”. Nació mi
activismo por los derechos humanos y mi saberme acompañada por
siempre por compañeras y camaradas, que no son lo mismo ni es igual.
Acompañada por grandes mujeres que me dieron a leer a Juana de
Asbaje, Rosario Castellanos y tantas más autoras. Que me comparten
su querer y su saber. Una etiqueta más. Soy Activista defensora de
Derechos Humanos.
Por
andar cruce la frontera norte y supe lo que significaba ser migrante.
Supe de la solidaridad y el cariño que se puede tener con quien has
crecido y sigues creciendo, me dio por investigar de donde venía y
me encontré una abuela a la que no conocí con un nombre precioso
Clementina. Supe de mis bisabuelas maternas y con mi abuela me crecí
como maleza en libertad. Me enseñó a no darme por vencida y a ser
yo aún cuando era evidente que era yo distinta: visitas al instituto
nacional de psiquiatría eran parte de mi escuela elemental, tener
clase donde hacia laberintos sin despegar la punta del lápiz o
iluminar los rompecabezas para después desarmarlo, acudir a
asambleas, ver planos, aprender siempre a escuchar, a mirar, a oler,
tocar, investigar eran y son parte importante de mi ser. Así como
clases de ballet, natación, apreciación artística visual y musical
eran parte de mi vida cotidiana, como también lo era la crueldad, la
discriminación, “lo anormal”, y mi mundo se amplió cuando mire
de frente a mis heridas y deje de ser sobreviviente para ser una
mujer vibrante que dice No y no cede ante lo que intenta, pretenda,
presuma, asuma atarme. Soy Libre. Una de las etiquetas por las que
más lucho.
Cuando
estas profundamente herida y vivas en un entorno social francamente
enfermo, como el lugar que habito.
Por
ejemplo: donde la violencia es considerada normal y las mujeres
abrimos mucho los ojos y las pupilas se dilatan al saber que el hecho
de que sea su pareja no le da, bajo ninguna circunstancia, el
derecho a obligar a hacer cosas (sexuales o no) en contra de tu
voluntad y ese hacer no es “normal” y se tiene la posibilidad
siempre de negarse y la negativa debe ser respetada siempre y si la
conducta que se le exige es sexual e impuesta debe ser castigada.
Cuando
los hombres que quieren bañar a criaturas desde muy pequeñitas o
quieren participar en la lactancia de criaturas son humillados y
cuestionados en su valía.
Cuando
el trabajar en casa en ese, para mi vital hacer, trabajo invisible y
socialmente asignado única y exclusivamente a las mujeres que aparte
ni “deben” tener mucho estudio ni mucho “entendimiento” (lo
cual es profundamente paradójico dada la importancia del trabajo) y
sí un afán por servir hasta lo absurdo es realizado de manera
amorosa por un hombre sufre toda clase de cuestionamientos cargados
de violencia, clasismo, sexismo, discriminación y humillación.
Cuando esto sucede es una sociedad enferma.
Cuando
la amargura habita a una o varias personas desde que se levantan y
sólo se lamentan de lo perdido y no hacen más que mentir, negar sus
responsabilidades o sus compromisos, cuando se acomodan en un
discurso al que le sacan jugo y luego lo critican y le exigen lo que
no tiene(n) congruencia y son abrasivos en sus críticas sin
propuesta una sociedad está enferma.
Cuando
hombres y mujeres postergan su libertad “para después” porque es
más importante el coche nuevo, la ropa nueva, o que “no se
enteren” o consideran que hacer valer su voz es “una pérdida de
tiempo” o se sienten incomodas como personas que exigen el respeto
a su dignidad y a su paz. Es una sociedad enferma.
Cuando
un grupo de personas les invita a participar para cambiar el mundo te
despachan con “yo sí tengo cosas importantes que hacer” o “no
tengo tiempo para…” Cuando la curiosidad es “mala” y la
diferencia es mortal, sin comillas. Estamos ante una sociedad
enferma. Y en esos términos no conozco a ninguna de occidente y que
se asuma occidental que no lo esté.
Enfermedad
mental
No
te extrañe que broten como hongos después de la lluvia nuevos
nombres para heridas muy antiguas. Depresión en lugar de lunático o
extremadamente melancólico
o otras designaciones o se banalicé las enfermedades mentales.
Y
como ya comente en párrafos anteriores yo acudí al psiquiatra, pero
no a cualquier psiquiatra, acudí con uno que paso la prueba de
fuego, es lógico que con mi historial tenga contacto con
profesionales en salud mental, acudí por recomendación de mi papá
social y resulto ser un gran médico. El cual me queda claro no cobra
lo que vale. No es un psiquiatra que te despache con un montón de
medicamentos controlados a la primera de cambio, te ayuda y trabaja
contigo y no sobre ti. Tú decides. No es alguien que te consuele ni
te victimiza. De hecho buena parte de mi terapia es enfrentarme de
manera cotidiana a mis sombras (Jung), levantarme tanto de ánimo
como físicamente, consiste en no postergar, crear mi espacio para
crear, creer y cuestionarme, comer tres veces al día, y una serie de
secuencias que para mí son importantes. Quien me atiende, más
quienes me atienden por que también recibo atención psicológica
por parte de otra persona y por una fitoterapeuta son personas
altamente capacitadas, que saben la importancia de la salud integral
y de un diagnostico pronto y acertado. Me dan ideas que yo decido
cuando tomarlas, y si las tomo o no. Lo que está fuera de cuestión
es la toma de los medicamentos y sus dosis que son revisados de
manera periódica. Sé de cierto que dejar de tomarlos implica mi
muerte, puede ser violenta o lenta y ante las opciones decido vivir.
Desafiando a todas las formas culturales que consideran que la
biología es destino y que no tengo muchas opciones. O que no merezco
las mismas oportunidades que las personas “normales” negar mi
condición mental me parece tan estúpida como pensar que por comer
hoy mañana no tendré hambre.
Negar
mis propios logros y ritmos sería negarme la alegría de vivir, la
alegría de resistir y de luchar por ser una persona libre de
etiquetas cargadas de miedos adquiridos por la ignorancia.
Sería
negar la ayuda, el estimulo, la amistad, la corrección amorosa, la
guía, la aceptación y la oportunidad de estar bien conmigo misma y
con las personas que me valoran, respetan y me quieren.
Al
ser consciente de manera plena de los discursos que me constituyen,
o mis etiquetas como prefieras llamarlos me asumo con esperanza y
como una mujer
creativa, talentosa, profunda.
Leticia
Priani Garcia alias Agua en Movimiento
Agua
en Movimiento alias Leticia Priani Garcia
1
Clarissa Pinkola Estés Mujeres que corren con los lobos CAPITULO 8
El instinto de conservación: La identificación de las trampas, las
jaulas y los cebos envenenados
2
Feminismos y también “la normalización de lo anormal” de
mujeres corriendo con lobos.
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