miércoles, 2 de abril de 2014

espero que esta banca, en donde seguro, apareces te guste

Dado lo importante, para mí, de esta banca y su extensión te sugiero que tengas a mano por lo menos tres cosas: tu sombra, tu bebida y tu espejo.
Etiquetas
Este escrito nació de una petición muy precisa: ¿Qué es ser (rellenar el espacio en blanco con cualquiera de las formas que tu pienses que te hace diferente) ______?
Siendo honesta, no sé bien a bien como he logrado ese grado de confianza entre las mujeres, asumo que siendo como soy. Yo no tengo la Razón, pero si razones que quiero compartir a esos lentes, todos negros, que son las pupilas que se pasean plácidamente por mis letras y la pretensión es conmover no convencer. Para mi conmover es moverme con alguien, dejarle saber que estoy y soy con todo lo que encierran esas maravillosas palabras.
También, para mí la compasión es acompañar en la pasión que pueda inspirarme una o varias preguntas realizadas de maneras diferentes y en diferentes tiempos que me mueven, me invitan a mirar las cosas de otra manera.
Por eso soy clara desde ahora quiero encender tu pasión.
TIEMPOS
Hay edad para todo ciertamente, pero me queda claro que si una mujer se asume diferente de manera consciente, por la razón que sea, entre más temprano lo haga en la vida, su vida será mucho más placentera y rica en el más amplio sentido. Es por esta pregunta y la cantidad de veces que se me ha hecho desde hace algunos años que he decidido contestar desde mi cuerpo, desde mi escritura. Desde mis pasiones y desde mis preguntas.
La importancia del nombrar
Las palabras que se utilizan para nombrar a las cosas, desde mi gramática, son sustancias mágicas o sustantivas. No podemos comunicarnos si no apreciamos lo sustancioso de nombrar. De decir las cosas como las percibimos sean agradables para los demás o no. Tenemos, porque lo hemos conquistado durante largas luchas, el derecho humano a decir lo que percibimos y nombrarnos como participes de la historia y protagonistas de nuestras vidas.
Las preguntas
Me entusiasman las preguntas todas. Me entusiasma la curiosidad. Para mí no hay divisiones en los saberes y me encanta preguntar y preguntarme. Las preguntas tienen, para mí, una función vital: no dar por sentado nada, entender, ó intentar entender el mundo, las conductas, lo que observo, lo que siento y lo que se me dice, aprender, aclarar, descubrir y entablar un dialogo con el objeto de evitar malos entendidos, tomar decisiones, actuar en consecuencia. Evidente valoro mucho las respuestas y los comentarios.
Para mi es vital el reconocimiento de mi labor. Es muy agotador y desgastante esa forma de violencia en donde no se reconoce la labor de las personas. Si estas con personas que no reconocen tu labor no lo pienses: muévete. Si estas en una situación donde no se reconocen tus preguntas, tu voz, tus emociones: cambia, únete a otras personas (somos muchas) que luchan por el cambio y donde tus preguntas, tu voz es reconocida.
La política
Según la obra del mismo nombre somos animales sociales, y yo me asumo animal social, siempre me he asumido así. No soy diosa ni idiota. Para mi cotidianidad es indispensable el hacer por mis sueños, hacer por el lugar donde habito, planeta tierra, un lugar hospitalario, sé que no estoy sola en la tarea, es imposible realizarla sola y en soledad por lo que apreció mucho a las personas que luchan por sus sueños.
También se del agotamiento y del agobio, de la imperiosa necesidad de ser y hacer política desde mi cuerpo. Por eso descanso cuando lo necesito. Me envuelvo y me acurruco con mis amistades. Que para mí son estrellas.
Animal
Generalmente cuando alguien pretende insultar a otra persona utiliza a seres vivos. Honestamente sólo conozco a una mujer, que por cierto es monja, que cuando está muy enojada dice “pareces piedra”. Y eso sí que me parece un insulto. Ser burra para mí implica ser noble, tenaz y no fácil de convencer, no soy toro castrado así que cuando alguien me dice buey, contesto: Vaca por favor. Si soy nacida bajo el signo de tau rus, pero no soy toro ni tora, soy vaca, con una paciencia finita, una piel blanca y manchada, necia, generosa y que se niega a que le cuelguen cualquier tipo de cencerro. Cuando alguien me dice zorra, me halaga. Esta reconociendo que soy perspicaz, cuando me dicen perra bueno, soy feliz. Me dicen que soy noble y entregada a mis pasiones: mi trabajo y mis amistades. Cuando me dicen gata, me siento sensual, independiente y sigilosa. Quienes me conocen a profundidad me llaman Yety por ser una gran mujer de las nieves desde niña.
Cuando alguien me dice ante puso a los animales antes que a las mujeres, invariable mi respuesta: yo mamífera, no soy hongo, ni planta, ni virus, ni bacteria, ni insecto ni mineral soy felizmente mamífera.
Sé que ahora hay un gran revuelo por reivindicarse como mamífera, para mí es un tanto divertido porque no sabía que el ser mamífera con todo lo que implica fuera algo que no se celebrara. Mi bisabuela le hizo a mi abuela una fiesta cuando completo su primer ciclo como mujer y menstruo, puede atribuirse a que de 16 partos sólo tuvo 8 criaturas vivas de las cuales 2 fueron mujeres y mi abuela era la menor o que era época de plena revolución. El caso es que no sé si se remonte a más atrás en mi familia materna, pero adelante sí que se celebra: a mi madre a mi prima-hermana y a mí nos toco gran celebración en nuestra primera menstruación, mi sobrina mayor no quiso y su deseo fue respetado. Espero que mis sobrinas nietas celebren siempre ser mujeres.
Cotidiano es saber que la tarea es hacer la tarea
Para mí es un ejercicio de honestidad constante saber quién soy, donde me coloco, desde donde miro. De ser una “victima” a ser protagonista de mi propia búsqueda. Considero que las personas que realizan estas acciones: la de buscarse y quitarse las etiquetas que otras personas nos colocan y que nos violentan por ser distintas son verdaderos actos de valentía. Para acomodarse en el discurso hay más excusas que estrellas en el universo visible. Por tanto si eres de las personas que se busca y no acepta las etiquetas peyorativas estoy segura de dos cosas: eres una persona honesta y eres una persona valiente.
Por eso y porque muchas personas lo hacemos de manera cotidiana te invito a que reconozcas a otras personas que antes que tu y después de ti continuaran esta tarea que inicia de adentro a fuera y que dan su vida por ello ¿Y por qué tanta radicalidad? Porque una vez que te aceptas como una persona distinta y valiosa sé de cierto que has pasado por diferentes batallas y has continuado y sabes que aún cuando parezca que no puedes más continuas y sigues adelante.
Una vez probada la belleza, la propia, una persona no puede sino continuar siendo honesta consigo misma y de repente descubre que es alguien aceptada, valorada y querida. Por otras que son en ese aspecto son como ella.
Jamás, Jamás aceptes una excusa para dejar de buscarte te aseguro que vale la pena ser honesta con una misma, así te tachen de enferma, criminal, puta, de loca, de lo que puedes estar segura es que si te engañas pensando que es mejor cualquier excusa que ser tu misma estas matando a la persona y quedara sólo una máscara vacía y estarás metida en muchos líos y te lastimaras más de lo imaginas que te puedes lastimar si no te aceptas.
Puede ser un trabajo duro, no te voy a engañar, la cultura en donde nos movemos las dos, tú que me lees y yo. Celebra con grandes fiestas la violencia, los embustes, las trampas y a quienes siguen sin cuestionar más allá de sus collares de plásticos rotos. Y no lo digo sola te cito un libro que a mí me ha ayudado mucho1 “No nos engañemos, cuando una mujer e esfuerza por intervenir y luchar contra su propio demonio cualquiera que éste sea, su esfuerzo es una de las batallas más dignas que se pueden emprender tanto desde el punto de vista arquetípico como desde la perspectiva de la realidad consensual. Aunque la mujer pudiera llegar como en el cuento hasta el fondo del mayor de los abismos por medio del hambre, la captura, el instinto herido, las elecciones destructivas y todo lo demás, el fondo es el lugar que alberga las raíces de la psique. Allí están los apuntalamientos salvajes de la mujer. El fondo es el mejor terreno para sembrar y volver a cultivar algo nuevo. En este sentido, alcanzar el fondo, aunque sea extremadamente doloroso, es también llegar al terreno de cultivo.”
No te voy a engañar hay quien se dice honesta y aceptada por ella misma, sin conflictos de identidad ni de ideología y se dedica a criticar lo que, de acuerdo a su discurso, tu malinterpretas, exageras, que es una lástima que te sientas así o que es cuestión de opiniones y me permito citar:” Se lo puede llamar como se quiera, pero el hecho de vivir una existencia secreta porque a la verdadera no se le da espacio suficiente para prosperar es muy duro para la vitalidad de las mujeres. Las mujeres capturadas y muertas de hambre roban toda suerte de cosas: roban libros y músicas censuradas, roban amistades, sensaciones sexuales, afiliaciones religiosas. Roban pensamientos furtivos, sueños de revolución. Roban tiempo de sus parejas y sus familias. Roban un tesoro y lo introducen subrepticiamente en su casa. Roban el tiempo de escribir, el tiempo de pensar y el tiempo del alma. Introducen subrepticiamente un espíritu en la alcoba, un poema antes del trabajo, roban un brinco o un abrazo cuando nadie mira.
Para apartarse de este camino polarizado, la mujer tiene que abandonar el fingimiento. Vivir una existencia falsificada del alma jamás da resultado. Siempre estalla el neumático cuando una menos lo espera. Entonces no hay más que tristeza a nuestro alrededor. Vale más levantarse, permanecer de pie por muy sencillo que sea el estrado, vivir al máximo y lo mejor que se pueda y dejar de robar falsificaciones.”
Las personas que fingen se caracterizan por criticar sin dar una indicación o propuesta lo que en buena medida te constituye: tus creencias, tus intereses, tus amores, tu manera de expresar tus afectos, tu familia, todo lo que a ti te parece hacer sentido es violentado con la única intención de destruirte. Así comienza la violencia. Détente a pensar si realmente vale la pana compartir lo que tú eres con quien ni se acepta, ni te acepta y que su única respuesta es la violencia disfrazada de “cuidados” que minan tu autoestima y autoconfianza.
Este escrito se basa también en el principio budista de la escuela del camino medio para cuestionar mi realidad y mi ser. Si ya has leído hasta esta línea te invito a que continúes leyéndome.
Ante la verdad convencional, la que percibimos a través de nuestros sentidos ¿quién soy? Ante mis sueños, miedos, prejuicios, esperanzas: ¿Quién soy?
No cabe una sola palabra ¿o sí? Persona, pero qué es persona, una máscara, un ropaje, o un ser mucho más complicado. Ser humano ya son dos palabras que como moscas contra el cristal intentamos definir desde hace ya mucho tiempo: ser y humano.
Como si sólo hubiera un ser y una forma valida de ver lo humano. Tendemos, por inducción cultural2 a pensar que lo humano nos hace seres con una particular belleza y un poder único. Pero esta idea se cae cuando la confrontamos con nuestras emociones. Especialmente las negativas. El dolor, el miedo y la muerte, son elementos de la vida. Es cierto. Pero qué pasa cuando lo sentimos hasta la medula. A quien provoca dolor, muerte o miedo lo deshumanizamos en automático se vuelve no humano, anormal en el mejor de los casos. Te tengo noticias: es tan humano como tú. Esto no significa que sus actos sean justificados pero si entendidos. (Entender no significa para mí estar de acuerdo con algo) Una vez entendidos podemos desenredarlos y encontraremos con quien hacerlo, eso es seguro.
También es seguro que te sientas profundamente triste y herida como persona honesta y valiente cuando ves una injusticia y no escuches voces que acompañen tu decir. Sí me refiero a esa sensación que, en algunos casos, te provoca nauseas y te lastima profundamente ver a una persona tan lastimada, tan llena de amargura que decide quedarse donde está aún cuando corra peligros que tu mires, que la persona no quiere mirar y prefiera acomodarse y no hacer nada. Bueno he de decirte que seguramente te encontraras con muchas personas que se extraviaron en sus obsesiones o adicciones (a los malos tratos, a relaciones destructivas, a los pensamientos negativos, y la lista sigue) y trataran de persuadirte de que dejes de ser quien eres. Las noticias son bastante alentadoras, estas personas no son la mayoría de las que te rodeas (en caso de que sea así es hora de cambiar de grupo) y de las realmente te aprecian.
Mis etiquetas.
Soy mujer por elección y es mi primera etiqueta y esto implica una serie de textos y glosarios varios de cómo y por qué debo ser.
Ante ellos me irrito y me rebelo mirando desde otra perspectiva u otra verdad que entre varias mujeres me han dado y nace una rebeldía que me rescata ante un discurso violento que me coloca en un lugar donde definitivamente no me acomoda ni me alcanza. Tampoco quiero ocupar el lugar de EL y ser igual. Pero tengo yo y todas las mujeres el derecho a crecer y desarrollar mi tejido como me plazca, a que todo mi cuerpo sea respetado en todo momento. Que mi palabra valga en todos los momentos y lugares, que mi curiosidad y mis ganas de aprender sean reconocidas y alimentadas desde donde yo lo decida y como yo lo decida, que mis formas de amar y de cuidar sean compartidas, respetadas y no sujetas a normas inamovibles, tengo y tenemos el placer de caminar por donde nos plazca de manera segura y que mis pasos y los de las otras mujeres resuenen acomodando de lo que estamos hechas: de estrellas, de tierra y de agua. Y he aquí mi primer intento de complicarme con quien me señala como extranjera en mi propio espacio, quiero ser mujer consiente de ser mujer. Sé que esta legítima aspiración la comparto con algunas mujeres y que serán pocas las que aspiren a algo parecido y no habrá ninguna que quiera ser mujer como yo quiero serlo. Pero para lograr esta, para mi deseable, libertad no me basto sola. Ni tampoco lo estoy, en todo caso la soledad es gran compañía e ingrediente indispensable para mi ser mujer, pero estoy colocada en un espacio-tiempo no especifico pero si especificable que transcurre frente a mis ojos y no me deja indiferente. Y para mí la palabra es continente y contenido.
Lucho por ella, por no tener que mostrar llagas de dolor cuando digo me duele. Ni soy Cristo ni quiero a mí alrededor a santos Tomas escépticos de manera constante. Sencillamente continuar bajo la violencia cotidiana de no ser considerada persona me parece una vivencia irracional e injusta.
Por esas mujeres que saben y por las que lucho, no por un sentido de mártir o de tirana, sencillamente por buscar aliadas, amigas, transformadoras nace y es dada desde mi casa materna, y de aquí segunda etiqueta soy feminista.
Tengo la fortuna de venir de mujeres conscientes de ser mujeres y querer transformar su mundo. En consecuencia fui educada o moldeada para siempre cuestionar, plantearme más de una solución y mantener mi curiosidad viva con una educación laica y sin prejuicios sobre la sexualidad que asumí desde muy niña como algo natural y gozoso. Otra etiqueta más, para buena parte de mi entorno ese asumir informado me convertía en una mujer gozosa y apasionada antes de los ocho años de edad.
Aceptada como lesbiana tenía yo mi poster de Jacqueline Smith y mi caricatura favorita era la princesa caballero como no podía ser de otra manera. Con el paso del tiempo y después de pasar de ser manflora, tortillera, marimacha me convertí convencida de que las decisiones sobre mi cuerpo sólo me competen a mí y cómo y con quien desee relacionarme de manera erótica es también un asunto comunitario me puse hasta mochila de arco iris (símbolo entre otras cosas de la diversidad sexual) por ello, más que por mi lesbianismo me quien bien me quiere me enseño estrategias para no dejar de ser lesbiana pública y cómo responder con información a la intransigencia. Y digo intransigencia y no intolerancia, porque soy lesbiana no lactosa, soy lesbiana no protector de sol. Soy mujer que ama a otras mujeres muy diferentes entre ellas y muy diferentes de mí. Y amo ser lesbiana porque para mí también implica ser y hacer desde la rebeldía y desde “fuera” del discurso impuesto de ser una mujer que debe temer a la cultura imperante so pena de una serie de situaciones de exclusión y de discriminación que no son agradables ni fáciles, pero por lo que a mí respecta vivir en la apariencia y en un armario (o vestidor a según el “tamaño”) y es mucho peor, es paralizante y potencialmente más peligroso para mi propia vida. Es esta mi otra etiqueta. Soy Lesbiana y esto significa que bajo ningún motivo que acepte las imposiciones de la “normalidad” y eso me hace más rica la vida. No envidio a los hombres, no creo en el matrimonio pero respeto a quien lo ve como una institución. La vida se encarga de demostrar que hay más de una manera de amar y hay más de un “único” amor.
Creo profundamente en la amistad, en esos lazos que de manera cotidiana o no, de compartir espacios de confianza y de dialogo, tengo amigos hombres y mujeres que se asumen heterosexuales al igual que hombres y mujeres gays o transvestis son importantes en mi vida y forman parte de la misma y yo de la vida de ellos, me interesa su discurso y absolutamente nadie tiene el derecho ni a descalificarme ni a descalificarlos.
Mis compañeros
Son ellos cada uno distinto, a los que yo los hago participes de mis decisiones y los consulto. Valoro mucho su parecer y su decir, su hacer lo que tienen todos en común es que son rebeldes, provocadores y que han batallado por conseguir su libertad. Me consideran su amiga. Una amiga que los llama, los invoca y ellos acuden de diferentes formas y sé que cuento con ellos, como ellos saben contar conmigo. Por eso mi feminismo, mi lesbianismo no parte la exclusión de los hombres sensibles, abiertos a la escucha y no violentos.
Conozco sus batallas y aun desde la no coincidencia coincidimos en el poder de la transformación, de la esperanza como fuente inagotable y en el dialogo. Otra etiqueta soy amiga.
Estudie Derecho y obtuve mi titulo de grado después de eternizarme con la tesis que por cierto nada o muy poco tienen que ver con la vida profesional que he realizado desde esa época. Durante mi servicio social me redescubrí de izquierda ya que mientras sucedía aguas blancas (matanza de personas de pueblos originarios en guerrero) y se revelaba el ezln y el erp había que documentar violaciones graves y continúas en la sierra huasteca veracruzana. Conocí y me reconocieron otros mundos. Conocí la inutilidad de entregar un papel donde se le decía a una mujer que su hijo había sido ejecutado y era responsabilidad del estado mexicano. Nada que ella no supiera. Sus ojos negros como carbones encendidos me abrazaron en una mirada larga y de frente. Yo agache la cabeza, ella con sus manos llenas de surcos de vida me levanto la barbilla y me dijo “sí de veras te importa la muerte de mi hijo Nicolás, no te agaches”. Nació mi activismo por los derechos humanos y mi saberme acompañada por siempre por compañeras y camaradas, que no son lo mismo ni es igual. Acompañada por grandes mujeres que me dieron a leer a Juana de Asbaje, Rosario Castellanos y tantas más autoras. Que me comparten su querer y su saber. Una etiqueta más. Soy Activista defensora de Derechos Humanos.
Por andar cruce la frontera norte y supe lo que significaba ser migrante. Supe de la solidaridad y el cariño que se puede tener con quien has crecido y sigues creciendo, me dio por investigar de donde venía y me encontré una abuela a la que no conocí con un nombre precioso Clementina. Supe de mis bisabuelas maternas y con mi abuela me crecí como maleza en libertad. Me enseñó a no darme por vencida y a ser yo aún cuando era evidente que era yo distinta: visitas al instituto nacional de psiquiatría eran parte de mi escuela elemental, tener clase donde hacia laberintos sin despegar la punta del lápiz o iluminar los rompecabezas para después desarmarlo, acudir a asambleas, ver planos, aprender siempre a escuchar, a mirar, a oler, tocar, investigar eran y son parte importante de mi ser. Así como clases de ballet, natación, apreciación artística visual y musical eran parte de mi vida cotidiana, como también lo era la crueldad, la discriminación, “lo anormal”, y mi mundo se amplió cuando mire de frente a mis heridas y deje de ser sobreviviente para ser una mujer vibrante que dice No y no cede ante lo que intenta, pretenda, presuma, asuma atarme. Soy Libre. Una de las etiquetas por las que más lucho.
Cuando estas profundamente herida y vivas en un entorno social francamente enfermo, como el lugar que habito.
Por ejemplo: donde la violencia es considerada normal y las mujeres abrimos mucho los ojos y las pupilas se dilatan al saber que el hecho de que sea su pareja no le da, bajo ninguna circunstancia, el derecho a obligar a hacer cosas (sexuales o no) en contra de tu voluntad y ese hacer no es “normal” y se tiene la posibilidad siempre de negarse y la negativa debe ser respetada siempre y si la conducta que se le exige es sexual e impuesta debe ser castigada.
Cuando los hombres que quieren bañar a criaturas desde muy pequeñitas o quieren participar en la lactancia de criaturas son humillados y cuestionados en su valía.
Cuando el trabajar en casa en ese, para mi vital hacer, trabajo invisible y socialmente asignado única y exclusivamente a las mujeres que aparte ni “deben” tener mucho estudio ni mucho “entendimiento” (lo cual es profundamente paradójico dada la importancia del trabajo) y sí un afán por servir hasta lo absurdo es realizado de manera amorosa por un hombre sufre toda clase de cuestionamientos cargados de violencia, clasismo, sexismo, discriminación y humillación. Cuando esto sucede es una sociedad enferma.
Cuando la amargura habita a una o varias personas desde que se levantan y sólo se lamentan de lo perdido y no hacen más que mentir, negar sus responsabilidades o sus compromisos, cuando se acomodan en un discurso al que le sacan jugo y luego lo critican y le exigen lo que no tiene(n) congruencia y son abrasivos en sus críticas sin propuesta una sociedad está enferma.
Cuando hombres y mujeres postergan su libertad “para después” porque es más importante el coche nuevo, la ropa nueva, o que “no se enteren” o consideran que hacer valer su voz es “una pérdida de tiempo” o se sienten incomodas como personas que exigen el respeto a su dignidad y a su paz. Es una sociedad enferma.
Cuando un grupo de personas les invita a participar para cambiar el mundo te despachan con “yo sí tengo cosas importantes que hacer” o “no tengo tiempo para…” Cuando la curiosidad es “mala” y la diferencia es mortal, sin comillas. Estamos ante una sociedad enferma. Y en esos términos no conozco a ninguna de occidente y que se asuma occidental que no lo esté.
Enfermedad mental
No te extrañe que broten como hongos después de la lluvia nuevos nombres para heridas muy antiguas. Depresión en lugar de lunático o extremadamente melancólico o otras designaciones o se banalicé las enfermedades mentales.
Y como ya comente en párrafos anteriores yo acudí al psiquiatra, pero no a cualquier psiquiatra, acudí con uno que paso la prueba de fuego, es lógico que con mi historial tenga contacto con profesionales en salud mental, acudí por recomendación de mi papá social y resulto ser un gran médico. El cual me queda claro no cobra lo que vale. No es un psiquiatra que te despache con un montón de medicamentos controlados a la primera de cambio, te ayuda y trabaja contigo y no sobre ti. Tú decides. No es alguien que te consuele ni te victimiza. De hecho buena parte de mi terapia es enfrentarme de manera cotidiana a mis sombras (Jung), levantarme tanto de ánimo como físicamente, consiste en no postergar, crear mi espacio para crear, creer y cuestionarme, comer tres veces al día, y una serie de secuencias que para mí son importantes. Quien me atiende, más quienes me atienden por que también recibo atención psicológica por parte de otra persona y por una fitoterapeuta son personas altamente capacitadas, que saben la importancia de la salud integral y de un diagnostico pronto y acertado. Me dan ideas que yo decido cuando tomarlas, y si las tomo o no. Lo que está fuera de cuestión es la toma de los medicamentos y sus dosis que son revisados de manera periódica. Sé de cierto que dejar de tomarlos implica mi muerte, puede ser violenta o lenta y ante las opciones decido vivir. Desafiando a todas las formas culturales que consideran que la biología es destino y que no tengo muchas opciones. O que no merezco las mismas oportunidades que las personas “normales” negar mi condición mental me parece tan estúpida como pensar que por comer hoy mañana no tendré hambre.
Negar mis propios logros y ritmos sería negarme la alegría de vivir, la alegría de resistir y de luchar por ser una persona libre de etiquetas cargadas de miedos adquiridos por la ignorancia.
Sería negar la ayuda, el estimulo, la amistad, la corrección amorosa, la guía, la aceptación y la oportunidad de estar bien conmigo misma y con las personas que me valoran, respetan y me quieren.
Al ser consciente de manera plena de los discursos que me constituyen, o mis etiquetas como prefieras llamarlos me asumo con esperanza y como una mujer creativa, talentosa, profunda.
Leticia Priani Garcia alias Agua en Movimiento
Agua en Movimiento alias Leticia Priani Garcia
1 Clarissa Pinkola Estés Mujeres que corren con los lobos CAPITULO 8 El instinto de conservación: La identificación de las trampas, las jaulas y los cebos envenenados
2 Feminismos y también “la normalización de lo anormal” de mujeres corriendo con lobos.

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